Una sonrisa, un hola, un
hasta luego,
más no podía expresar,
aquél dulce corazón
latía al extranjero.
Cuidaba a lo lejos
los pasos de su ilusión.
Anegaba de alegrías
el riachuelo de sus tristezas.
Extendía sombras protectoras
ante la inclemencia del mal momento.
Podaba de su vida
las marchitas horas tristes.
Regaba con sana alegría
las raíces de sus males.
Más no podía hacer.
aquél dulce corazón
latía al extranjero.
Sembró en su interior
la semilla de la esperanza,
con sabiduría esperó que brotara
el delicado retoño,
que extendieran sus ramas
alcanzando su presencia.
Cuando el propicio viento sopló
en dirección a su vida,
las ramas, fuertes ya,
rozaron las suyas
percatándose de su presencia.
Poco a poco se entrelazaban
apoyándose una a otra,
compartían vientos, tempestades,
aguas calmas y turbulentas.
Sin percatarse de la vida
las suyas se entrelazaron,
no podían ya negarse
la vida sin su presencia.
Afianzaron sus raíces
cercanos al arroyo
de aguas frescas y abundantes
saciando su sed de vida mutua.
Más no podían hacer
aquél dulce corazón
estaba unido al suyo.
HCC/Julio 2015
hernan1951
lima miraflores
قام بالانضمام:
ya quisieran algunas manos acariciar como lo hacen tus palabras....!