Últimamente las noticias han hablado mucho sobre las personas transgénero.
Recientemente, el gobierno de Barack Obama en los Estados Unidos emitió una orden diciendo
que todas las escuelas que reciben fondos federales deben tratar a los estudiantes en función de su
“identidad de género” en lugar de su sexo biológico.
Esta clara distinción entre el sexo biológico y la identidad de género se refiere a menudo como
“ideología de género” o “teoría de género”.
Para muchos liberales, los que lo rechacen esta forma de pensar,
deben ser catalogados como intolerantes.
El Papa Francisco tiene la reputación, entre muchos liberales,
de ser un Papa “progresista” que está poco interesado en el dogma conservador
y se muestra más abierto a las ideas liberales.
Pero ¿qué piensa en realidad el Francisco sobre la ideología de género.
Resulta que él la rechaza por completo y ha enseñado en contra de ella a lo largo de su pontificado.
(¿Acaso debería sorprendernos?)
Y esto queda claramente reflejado en su más reciente exhortación apostólica,
Amoris Laetitia.
Este es un extracto de dicho documento en el que el Papa
habla fuerte y claro al respecto.
Otro desafío surge de diversas formas de una ideología,
genéricamente llamada gender,
que «niega la diferencia
y la reciprocidad natural de hombre y de mujer.
Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo,
y vacía el fundamento antropológico de la familia.
Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven
una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas
de la diversidad biológica entre hombre y mujer.
La identidad humana viene determinada por una opción individualista,
que también cambia con el tiempo».
Es inquietante que algunas ideologías de este tipo,
que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles,
procuren imponerse como un pensamiento único
que determine incluso la educación de los niños.
No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex)
y el papel sociocultural del sexo (gender),
se pueden distinguir pero no separar».
Por otra parte, «la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana
ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo,
convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer.
De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad,
se han convertido en realidades componibles y descomponibles,
sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas».
Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida,
y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad.
No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador.
Somos creaturas, no somos omnipotentes.
Lo creado nos precede y debe ser recibido como don.
Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad,
y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.
Así de claro es el Papa Francisco
pues está hablando en perfecta armonía
con la enseñanza del Catecismo y la Tradición
de la Iglesia Católica.