La tibiesa de su cuerpo abrigaba la fría noche de invierno.
Desnudó su día con la seguridad que se le prestaba la debida atención.
Sean pesares o alegrías, compartía la jornada sin prisa ni apuro alguno.
La tibiesa de sus vidas lograron con la cercanía encender el fuego apasionado.
Entrelazados los deseos unieron fantasías en la realidad de sus vidas.
Caricias, pasiones y besos llevaron al orgasmo mutuo refrendado con la mirada tierna en el encuentro buscado de sus ojos inquietos.
Se amaban en silencio,se hablaban con caricias, se entendían en la entrega.
Reposaron el húmedo deseo satisfecho en el regazo de sus corazones.
HCC/Junio/2016
hernan1951
lima miraflores
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ya quisieran algunas manos acariciar como lo hacen tus palabras....!