hernan1951

 
Adăugat: 20.04.2013
ya quisieran algunas manos acariciar como lo hacen tus palabras....!
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Gracias...por que....

....la sonrisa de tus ojos........ despierta las palabras que duermen en mi corazón
....la dulzura de tus besos......endulza los pesares de mi existencia
....el calor de tu compañía..... derrite el hielo de mi soledad
....la suavidad de tu piel..........cubre las asperezas de mi alma
....el amor de tu corazón.........acalla la tristeza de mi vida
HCC/Agosto 2015

Acordes navieros

Eran tristes los acordes del viento
las brizas no alcanzaban el tono adecuado,
el velamen sin ritmo
no acompañaba el compás de las olas del mar.

Embarcación sin rumbo,
solitario navegante,
aguas abiertas,
extenso horizonte.

Mano firme en timón curtido
surcaba las aguas cálidas
esperando calladamente
se apaciguara la tormenta invisible
que albergaba el corazón.

Millas de esperanza recorridas,
despejaron la mente con el cielo matutino,
puerto seguro esperaba al aventurero,
atrás quedaba la borrasca vivida.

Radiante en el horizonte asomaba
la sonrisa del buen puerto,

el rostro soleado acompañaba
el ritmo imparable de las olas,
calmo y acogedor mar

surcaba ahora la embarcación.


Tristes no son ya
los acordes del viento,
rítmicas brizas
armoniosamente entonaban
la nota adecuada al velamen henchido.
HCC/Julio 2015

Aquél dulce corazón.

Una sonrisa, un hola, un hasta luego,
más no podía expresar,
aquél dulce corazón
latía al extranjero.

Cuidaba a lo lejos
los pasos de su ilusión.
Anegaba de alegrías
el riachuelo de sus tristezas.
Extendía sombras protectoras
ante la inclemencia del mal momento.
Podaba de su vida
las marchitas horas tristes.
Regaba con sana alegría
las raíces de sus males.

Más no podía hacer.
aquél dulce corazón
latía al extranjero.

Sembró en su interior
la semilla de la esperanza,
con sabiduría esperó que brotara
el delicado retoño,
que extendieran sus ramas
alcanzando su presencia.

Cuando el propicio viento sopló
en dirección a su vida,
las ramas, fuertes ya,
rozaron las suyas
percatándose de su presencia.

Poco a poco se entrelazaban
apoyándose una a otra,
compartían vientos, tempestades,
aguas calmas y turbulentas.
Sin percatarse de la vida
las suyas se entrelazaron,
no podían ya negarse
la vida sin su presencia.

Afianzaron sus raíces
cercanos  al arroyo
de aguas frescas y abundantes
saciando su sed de vida mutua.
Más no podían hacer
aquél dulce corazón
estaba unido al suyo.
HCC/Julio 2015

Presencia

Como olvidar el aroma de tu cabello,
húmedo aún de la pasión desenfrenada
de aquella noche nuestra.
Como olvidar los susurros de tu mirada,
en el encuentro nocturno de aquella noche de desvelo.
Como olvidar el suave roce de tu piel,
en el  alborotado lecho compañero de nuestras fantasías.
Como olvidar la tímida y nerviosa risa nuestra,
al descubrir sensaciones imaginadas más nunca antes vividas.
Como olvidar el recorrido del sendero secretamente guardado
que conduce al éxtasis de la entrega plena.
Como olvidar el placentero reposo acordado sin palabras,
expresado con miradas compartidas de corazones extasiados.
Como olvidar  aquellos labios que se deslizan suavemente
refrescando el candor de lo vivido.
Como olvidar si aún estas presente en el sonido del mar ,en el vaivén de las olas.
HCC/Junio 2015


Huella de Piedra

Los últimos tibios minutos de la presencia solar comulgaban en aquella tarde de verano
con el silencio compartido en aquella playa, testigo perenne de sus aventuras.
Recorrían las huellas impresas en las piedras que cubrían desde siempre el balneario cómplice de sus secretos.
El crepitar del roce de aquellas piedras que cedían a su paso  traía a la memoria momentos únicos ayer vividos hoy renovados.
Observan con el corazón el suave arribo de las olas a la orilla, donde compartían sin distracción alguna, el inmenso horizonte  que les presentaba la vida.
Sentían en la piel la briza marina que susurraba palabras sencillas y sinceras.
Épocas inolvidables de experiencias nuevas, entrega total de cuerpo y alma, vivencia subyugante, sensación renovadora del sentimiento arraigado en el corazón.
HCC/Junio/2015