Los
últimos tibios minutos de la presencia solar comulgaban en aquella tarde de
verano
con el silencio compartido en aquella playa, testigo perenne de sus aventuras.
Recorrían las huellas impresas en las piedras que cubrían desde siempre el
balneario cómplice de sus secretos.
El crepitar del roce de aquellas piedras que cedían a su paso traía a la memoria momentos únicos ayer
vividos hoy renovados.
Observan con el corazón el suave arribo de las olas a la orilla, donde compartían
sin distracción alguna, el inmenso horizonte
que les presentaba la vida.
Sentían en la piel la briza marina que susurraba palabras sencillas y sinceras.
Épocas inolvidables de experiencias nuevas, entrega total de cuerpo y alma,
vivencia subyugante, sensación renovadora del sentimiento arraigado en el
corazón.
HCC/Junio/2015
hernan1951
lima miraflores
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ya quisieran algunas manos acariciar como lo hacen tus palabras....!