AllMyLoving
Hoy recibi una bofetada.
Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dió una bofeteada al otro.
El otro ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.
El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.
Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
HOY MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
Intrigado el amigo preguntó:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra ?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
"Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo, por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo
Necesito un Abrazo
Necesito un abrazo
Hace veinte años manejaba un taxi. Lo hacía en el turno nocturno. Mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros subían y me contaban su vida. Encontré personas cuyas vidas me asombraban. Me adulaban, me hacían reír y también me deprimían. Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí una noche.
Respondí una llamada de un pequeño edificio en una tranquila parte de la ciudad, pensé que recogería personas saliendo de una fiesta, alguien que había tenido una pelea con su amante o un trabajador que tenía que llegar temprano a la fábrica. Cuando llegué a las 2:30 a.m., el edificio estaba oscuro excepto por una luz en la ventana del primer piso.
Muchos conductores sólo hacen sonar su "bocina" una o dos veces, esperan un momento y después se van. Aunque la situación se veía peligrosa, yo siempre iba hacia la puerta. Sentí en mi corazón que este pasajero necesitaría ayuda, caminé hacia la puerta y al golpear una frágil voz respondió. Pude escuchar que algo era arrastrado a través del piso, después de una larga pausa, la puerta se abrió. Una pequeña mujer de unos ochenta años se paró frente a mí. Ella llevaba puesto un vestido floreado y un sombrero con un velo, como alguien de una película de los años 40'. A su lado una pequeña maleta.
El departamento se veía como si nadie hubiera vivido durante años, los muebles estaban cubiertos con sábanas, no había relojes, ni cuadros en las paredes.
Ella repetía su agradecimiento por mi gentileza.
-"No es nada", le dije. "Yo sólo intento tratar a mis pasajeros de la forma que me gustaría que mi madre fuera tratada".
-"Oh, estoy segura de que es un buen hijo", dijo ella. Cuando llegamos al taxi me dio una dirección, entonces preguntó: "¿Podría manejar a través del centro?"
-"Este camino no es el más corto", le respondí.
-"No importa", dijo ella "No tengo prisa, estoy camino al asilo".
La miré por el espejo retrovisor, por sus ojos rodaban algunas lágrimas...
"No tengo familia", dijo "y el doctor dice que no me queda mucho tiempo"
Sin pensarlo apagué el contador que marcaba el costo del viaje.
-"¿Qué ruta le gustaría seguir?", le pregunté.
Por las siguientes dos horas manejé a través de la ciudad. Ella me enseñó el edificio donde había trabajado. Manejé hacia el vecindario donde ella y su esposo habían vivido cuando eran recién casados. Me pidió que nos detuviéramos frente a un negocio de muebles donde una vez hubo un salón de baile, al que ella iba a bailar cuando era adolescente. Algunas veces me pedía que pasara lentamente frente a un edificio en particular, o una esquina y miraba en la oscuridad sin decir nada.
Con el primer rayo de sol apareciendo en el horizonte, ella repentinamente dijo:
-"Estoy cansada, llegó el momento de irnos".
Manejé en silencio hacia la dirección que ella me había dado. Era una pequeña casa, dos asistentes vinieron hacia el taxi tan pronto llegamos. Eran muy amables y cuidaban cada uno de sus movimientos.
Yo abrí la puerta y suavemente la sentaron en una silla de ruedas.
-¿Cuánto le debo? preguntó, buscando en su bolso.
-Nada, le dije.
-Es tu trabajo, debes cobrarme.
-Habrá otros pasajeros, le respondí.
Casi sin pensarlo, sentí un gran deseo de abrazarla. Ella me sostuvo con fuerza y dijo: Necesito un abrazo.
Apreté su mano y me despedí sintiendo que nunca más la vería. La puerta se cerró y fue como el sonido de una vida concluida. No recogí a ningún pasajero, manejé sin rumbo por el resto del día. No podía hablar, ¿Qué habría pasado si a la mujer la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguien que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si me hubiera rehusado a tomar la llamada o hubiera tocado la bocina una vez y me hubiera ido?
Los grandes momentos son los que nos atrapan desprevenidos, aquellos que para otros son sólo pequeños.
La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tu hiciste o lo que tú dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir...
"Conserva el recuerdo del perfume de la rosa... y fácilmente olvidarás que está marchita"
Asi Es Una Mujer.
Cuando Dios se dispuso a hacer a la mujer, ya había llegado al sexto día de trabajo.
Un ángel se le acercó y le dijo: - Dios, ¿Por qué dedicas tanto tiempo a esta criatura?
-¿Has visto mi Hoja de Especificaciones para ella?, le respondió, fíjate bien:
Debe ser completamente lavable. Debe tener más de 200 piezas movibles, todas cambiables y ser capaz de funcionar con una dieta basada en cualquier cosa. Tener un regazo que pueda acomodar cuatro niños al mismo tiempo.
Debe ser capaz de dar besos que puedan curar desde una rodilla raspada hasta un corazón roto.
Y tendrá que hacerlo todo, solamente con dos manos.
El ángel se maravilló de los requisitos.
-Solamente dos manos… ¡Imposible!
-Es demasiado trabajo para un día, espera hasta mañana para terminarla , dijo el ángel.
No, ni hablar, dijo el Señor. Estoy tan cerca de terminar esta creación, que por cierto, es mi favorita- que voy a terminarla hoy mismo.
Además, esta criatura se cura sola cuando está enferma y puede trabajar jornadas diarias de 18 horas.
El ángel se acercó más y tocó a la mujer.
La has hecho muy suave, Señor. Sí, es suave dijo Dios, pero la he hecho también fuerte. No tienes ni idea de lo que puede aguantar o lograr.
-¿Será capaz de pensar? preguntó el ángel.
Dios contestó: -No solamente será capaz de pensar sino también de razonar, argumentar y negociar.
El ángel entonces notó algo y extendiendo su mano tocó la mejilla de la mujer.
-Señor, parece que este modelo tiene una fuga, dijo… Ya me parecía a mí que estabas tratando de ponerle demasiadas cosas.
-Eso no es ninguna fuga, es una lágrima, contestó el Señor.
-Y ¿para qué sirven las lágrimas, preguntó el ángel?
-Las lágrimas son su manera de expresar su alegría, su pena, su desengaño, su amor, su soledad, su sufrimiento, y su orgullo.
Esto impresionó mucho al ángel.
-Eres un genio, Señor, pensaste en todo. La mujer es verdaderamente maravillosa.
-Lo es; la mujer tiene detalles y capacidades que maravillan a los hombres.
Aguantan dificultades, llevan grandes cargas, pero al mismo tiempo rebosan felicidad, amor y dicha.
Sonríen cuando quieren gritar. Cantan cuando quieren llorar. Lloran cuando están felices y ríen cuando están nerviosas.
Luchan por lo que creen. Se enfrentan a la injusticia.
No aceptan un “no” por respuesta cuando ellas creen que hay una solución mejor.
Se privan de cualquier cosa, para que su familia pueda tener aquello que necesita.
Acompañan a sus amigas al médico cuando ellas tienen miedo de ir solas.
Aman incondicionalmente.
Lloran cuando sus hijos triunfan y se alegran cuando sus amistades consiguen premios.
Son felices cuando otros también lo son.
Sufren con la pérdida de un ser querido y cuando todos piensan que ya no les quedan más fuerzas, es cuando más fuertes son.
Saben que un beso y un abrazo pueden ayudar a curar un corazón roto.
“Sin embargo, la mujer tiene un gran defecto: a menudo se le olvida lo mucho que vale”
Lagrimas de Mujer
-¿Por que lloras mamá? le pregunto un niño a su madre.
Porque soy mujer, le contestó ella.
No entiendo: dijo el niño.
Su madre se inclinó le abrazó y le dijo: -Jamás lo entenderás mi amor.
Más tarde el niño le preguntó a su papá: -¿Porqué a veces mamá llora sin ninguna razón?
Todas las mujeres lloran siempre por “ninguna razón” le contestó el padre.
El pequeño creció y se convirtió en un hombre, pero seguía siempre preguntándose: -¿Por qué las mujeres lloran sin razón?
Un día le preguntó a DIOS, -Señor ¿Por qué lloran tan fácilmente las mujeres y especialmente, sin razón? Y Dios le dijo...
-Cuando hice a la mujer tenía que crear algo especial.
Hice sus hombros lo suficientemente fuertes, como para cargar el peso del mundo entero, pero; a la vez lo suficientemente suaves como para confortarlo.
Le di una inmensa fuerza interior, para que pudiera soportar el dolor de dar a luz y también el rechazo, que muchas veces proviene de sus propios hijos.
Le di la fortaleza que le permite seguir adelante, cuidando de su familia, sin quejarse, a pesar de las enfermedades y la fatiga.
Le di sensibilidad para amar a sus hijos, bajo cualquier circunstancia.
Esa misma sensibilidad, que le hace compartir cualquier tristeza, llanto, dolor, ansiedad, duda o temor de sus hijos.
Le di la fuerza suficiente para que pudiera perdonar las faltas de su esposo y por si fuera poco, la moldeé de una de sus costillas para que ella pudiera cuidar de su corazón.
Le di sabiduría para saber que un buen esposo nunca lastimaría a su esposa y la determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo.
Pero para poder soportarlo todo...
Le di las lágrimas. Son algo exclusivamente de la mujer, para usarlas cuando las necesite.
Gracias Señor por haber creado a la mujer, ahora comprendo el sentir de mi madre, de mi hermana y de mi esposa, respondió el hombre.
“Su única debilidad... son esas lágrimas llenas de ternura y amor”
Las Perlas
Las Perlas
Qué hermosas son las perlas. . . aún así debemos saber que son producto del dolor.
Toda perla es la consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas...
En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla.
¿Te has sentido herido por las palabras, o actitudes de alguien?
¿Has sido acusado de decir cosas que nunca has dicho?
¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas?
¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste?
¿Tu actitud frente a ciertas situaciones, se malinterpreta?
¿Has sufrido alguna vez los golpes de la indiferencia?
¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas?
¿No te valoran como realmente lo mereces?
Entonces, perdona y haz de tu herida una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor, recuerda que cuanto más cubierta esté tu herida, menos dolor sentirás.
Por el contrario, si no la cubres de amor, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.
En nuestra sociedad, podemos ver muchas "ostras vacías" no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla.
“Una perla es… una herida sanada por el amor"